La Sociedad Rural ha muerto

Cosme Beccar Varela
LBM #20
28/9/2000


Vengo de una Asamblea de la Sociedad Rural Argentina en la cual se debía decidir la siguiente cuestión: "¿Quieren los 4500 socios de esta centenaria sociedad que ella continúe exclusivamente al servicio del bien público del agro o quieren que se preste a la realización de negocios comerciales en interés de sus directivos?".

    Por supuesto la pregunta no estaba puesta con esa claridad. Pero eso es lo que realmente estaba en discusión a propósito de asuntos relacionados con el terreno de Palermo en el que se realizan las Exposiciones Rurales cada año y de un intento de asumir la suma del poder por parte de la Comisión Directiva.

    Pues bien con una asistencia de 194 socios, de los cuales por lo menos 130 habían sido convocados especialmente por la Comisión Directiva para secundar sus propósitos, se votaron los asuntos en debate y con el voto de esos 130 socios se resolvió convalidar lo actuado por el Presidente y los miembros activos de la Comisión con respecto al predio de Palermo. Es decir, se resolvió que la Sociedad Rural podrá prestarse a la realización de negocios comerciales bajo el manto y el prestigio de esta venerable Institución, con beneficio personal del Presidente y de esos miembros activos de la Dirigencia como ingrediente no excluído y de hecho existente.

    En pocas palabras, sucede que el Estado transfirió a la Sociedad Rural por un precio irrisorio el terreno de Palermo donde se realizan las tradicionales exposiciones anuales del campo. Apenas recibido, los Dirigentes constituyeron dos sociedades comerciales y le transfirieron el usufructo del terreno. Es de señalar que ellos integran los Directorios de esas Sociedades y cobran honorarios por sus servicios. Las empresas usufructuarias se asociaron con Ogden, una compañía extranjera e hicieron importantes modificaciones y construcciones en el lugar e intentan hacer un "Show Center" compuesto por varios cines y otros entretenimientos. Un negocio liso y llano que nada tiene que ver con la promoción de los intereses del campo y que beneficia a los Dirigentes de la Sociedad Rural cuya conducta reciente ha distado mucho de ser un modelo de defensa de esos intereses.

    En la Asamblea a la que acabo de asistir, indirectamente, se ratificó todo lo actuado por la Comisión Directiva, a pesar de las gruesas ilegalidades cometidas. Cuando intenté argumentar no fueron más de 25 los socios presentes que estuvieron de acuerdo. Era notorio que esa mayoría circunstancial, interesada y coordinada, ínfima con relación al número total de socios, no podía ser convencida por argumento alguno. Ya estaban jugados y resueltos a seguir en el juego.

    La Sociedad Rural ha muerto. Lo que queda es un resto agónico de la vieja Institución y los 4500 socios no son más que convidados de piedra para mirar de lejos el festín de su Comisión Directiva, que es uno de los pilares del sistema político que nos aflige y que no defiende al campo.

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