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El caso del Padre von Wernich. Una letal combinación de odio, miedo y estupidez.

Cosme Beccar Varela  LBM #814 11/10/2007 Odio. Odio injusto, descarado, potente, asesino. Odio que sólo se sacia destruyendo todo lo que odia, y lo que odia no se identifica por culpas personales sino por la mera pertenencia a las clases y grupos odiados. No interesa probar la autoría de un hecho odioso. Eso es secundario. Apenas cabe cumplir las formalidades que oculten detrás de sus falsos oropeles la hedionda realidad del odio. Odio frío, calculado, decidido, con voluntad de destruir hasta los cimientos y sobre el yermo de la destrucción esparcir sal para que no pueda jamás rebrotar ni siquiera un humilde retoño de la raza odiada. Odio militante, organizado, apoyado sobre sofismas largamente elaborados que no pretenden convencer sino apenas imponerse por la amenaza y el soborno. Los que concretamente hubieran padecido los agravios con los que el odio se disfraza, son apenas una casualidad, una excusa descartable para disfrazar el odio con los ropajes de la justicia. Odio que difíci

El Padre Christian von Wernich, secuestrado por la tiranía

Cosme Beccar Varela  LBM #747 11/10/2006 El hecho de que esta tiranía todavía no haya recurrido al "paredón", como reclamaban el 5/10/2006 los agitadores de su obediencia contra quienes participamos del acto en homenaje a las víctimas del terrorismo (y repudio a sus asesinos, agregué yo en mi invitación publicada en "La botella al mar") no quiere decir que no sea una tiranía. Responde a su definición que dice: tiranía es el gobierno que se ejerce con desprecio del bien común y de la justicia, en beneficio exclusivo del tirano y de sus secuaces, usando la fuerza de que dispone para oprimir a los ciudadanos, no para protegerlos, y para asegurarse la permanencia en el poder contra toda razón. Santo Tomás dice que los tiranos oprimen con leyes injustas, afligen con penas indebidas y despojan a la gente de sus bienes. Los actos y omisiones contra justicia que caracterizan a esta tiranía son innumerables, a cual más repugnante que el otro. En este periódico casi no hago

El odio incesante

Cosme Beccar Varela LBM #8 8/9/2000 La guerra civil es una de las especies de la guerra. La de un país contra otro, en general, es provocada por causas políticas decididas en los gabinetes ministeriales, de las cuales el pueblo es ajeno en gran medida. Esos conflictos podrían resolverse por otros medios, si no interfiriera la voluntad política del Estado agresor.      Es cierto que el pueblo termina embarcándose en ella porque la guerra y la propaganda pulsan sus fibras patrióticas.      Pero si pudieran optar fríamente antes de las hostilidades (sin campañas nacionalistas inductivas), es muy probable que optarían por una solución pacífica. Por ejemplo, en el caso de la disputa con Chile por las islas del Beagle, a pesar de que nuestra Patria fue la agredida, el pueblo argentino optó por la solución negociada (perjudicial) antes que por la guerra. Y en el caso de las Malvinas, si el Gral Galtieri hubiera consultado el deseo de los argentinos, hubiera debido abstenerse de iniciar su dis