2031 (V)

Cosme Beccar Varela
LBM #127
2/4/2001




(NOTA: A falta de un panorama claro que merezca un comentario, continúo con la novela "2031", cuyos primeros tres capítulos aparecen en los nros. 115, 116, y 117 de "La botella al mar".)


Capítulo IV


- Vea, Sr. Vélez -dijo Luis, tomando la palabra- somos un grupo de ocho amigos, algunos somos profesionales, otros son ex-empleados y uno es profesor de un colegio secundario. Excepto el profesor, todos estamos desocupados, asi que vivimos de "changas" que nos pagan tarde mal y nunca. Todos tienen más o menos mi edad.


- ¿Y cuántos años tenés vos? - preguntó el "Jabalí".


- Tengo 27 años.


- O sea que naciste en el 2004, en plena Gran Crisis. Hay que reconocer que tus padres fueron valientes en tenerte. Por esa época ya había muchos abortos. Unos 300.000 por año. Todavía el país tenía su verdadero nombre, pero ya no era más el verdadero país. Ya era esto que vemos ahora, con el nombre que le pusieron los delincuentes de la política y que me niego a pronunciar. Sólo que en esa época todavía se hubiera podido salvar la Patria porque quedaba mucha gente buena con posibilidades de actuar. Pero los que debieron suscitar y dirigir a ese gente buena (que tampoco era demasiado buena, no se crean) se vendieron al gran farsante.


- Ya me imagino a quién le llama el "gran farsante". ¿Es el ministro Equino? - preguntó Alfredo Vargas.


- Sí. Equino. Gran mentiroso, mistificador y muchas otras cosas de las que no quiero acordarme para que no me suba la presión inútilmente. No se crean que me cuido demasiado. No me importa que me suba la presión si es para cantarle las cuarenta en público a alguien que se lo merece Pero aquí, en privado, no gano nada con arriesgarme a tener un patatús. Guardemos los pocos cartuchos que nos quedan para momentos más oportunos. Pero yo les interrumpí lo que querían decirme. Adelante, muchachos.


- Nosotros queríamos pedirle consejo - prosiguió Luis -. Varias veces hemos tenido encontronazos con los "cuervos" y con otras alimañas de Platafácil. Hemos organizado actos relámpago en las Facultades convocando a los estudiantes que estén desconformes con lo que ocurre en las casas de estudio. Pero los actos no duraban ni 10 minutos. Enseguida los matones de la Banda Universitaria Lila (BUL) nos atacan con cachiporras y algunos con pistolas. Se armaban unas peleas muy cortas porque ellos venían en manadas y nosotros eramos sólo ocho, como le decía, y siempre tuvimos que retirarnos. No por miedo, sino porque era inútil. No podíamos ganarles nunca. Los estudiante miraban de lejos y no intervenían. Es impresionante la cobardía de los muchachos.


- Bueno - dijo el "Jabalí"-, no te niego que todos están muy acobardados. Pero meterse en una pelea de ocho, que no conocen, contra cincuenta que sí conocen como matones y con los cuales se tienen que quedar en la Facultad después que Uds. se van...


- Sí, pero deberían jugarse de todas maneras - respondió indignado Luis- ¿Qué esperan? ¿Que les pudran la cabeza y salgan hechos unos idiotas? Los programas de las Facultades son algo increíble, sobre todo los del Ciclo de Ablande e Iniciación (CAI). Las materias son: Democracia Ante Todo; Sumisión Democrática; Voto Util; Derecho de los Partidos; Organismos Internacionales como Garantes del Progreso; Moral Libre; Historia Creativa (que es una historia del país totalmente inventada por el gobierno), y otras canalladas por el estilo.


- Sí, lo sé. Estoy enterado. Y los profesores están entrenados para lavarles el cerebro a los estudiantes. Además, son espías de la Agencia de Control de Operadores Políticos (ACOP), con una triple misión: seleccionar a los más canallitas para prepararlos como futuros dirigentes del sistema bi-partidario; descubrir a los potenciales resistentes con capacidad de líderes, para echarlos de la Facultad y aún meterlos presos y, por último, idiotizar a la masa que no es ni fu ni fa. De vez en cuando algún líder potencialmente opositor se les escapa o se engañan en considerar canallita a alguno de los líderes que eligen para ellos y que luego se les dá vuelta. Sólo así se explica que Uds. hayan llegado a terminar sus carreras profesionales.


- Es verdad - dijo Alfredo Vargas -. A mí me mandaron a los cursos de adoctrinamiento del partido pochista y estuve varios meses oyendo disparates y juntando bronca. Pero pude enterarme de lo suficiente como para saber que si rompía con ellos, no terminaba la carrera. Asi que me hice el tonto hasta recibirme. Eso si, nunca participé de ninguna de las "operaciones" de los pochistas. Sólo aguanté las charlas sin responder jamás.


- ¡Hay que tener estómago para eso! -dijo Daniel Crespo-. Y ser un gran artista. A mí, en cambio, no me eligieron para nada. Me consideraron siempre medio idiota y, la verdad, es que yo también soy artista porque creo que no soy idiota, pero pude convencerlos de que lo era. Y me dejaron terminar mi carrera.


Luis no explicó cómo había hecho él para recibirse, pero según se rumoreaba entre los ocho amigos, había actuado según su estilo.


Cuando el espía de la ACOP lo fichó como elemento peligroso y estaba por denunciarlo, Luis lo espero en un lugar solitario cerca de la Facultad, lo agarró del cuello y le dijo que si lo denunciaba y por causa de eso, él era expulsado o preso, lo mataría o lo haría matar; y que no tendría adonde esconderse porque tenía amigos decididos a todo (lo cual era "bluff" porque no tenía en ese entonces ningún amigo). El otro se lo creyó, sobre todo cuando se pudo dar vuelta y vio los ojos de Luis, relampagueantes de ira y decisión.


"Está bien -le dijo- Pero vos tenés que prometerme que mientras estés en la Facultad no harás ningún lío que te deje en evidencia como líder. Si eso ocurre, yo soy boleta y pondrán a otro agente en lugar mío, y vos también serás boleta."


Luis le respondió -según corría la voz entre los amigos- "que él haría las cosas suyas en la forma más discreta posible, que no haría nada con su nombre propio, que usaría un seudónimo y toda su acción sería subterránea. Pero que jamás dejaría de actuar, ni por el título de ingeniero ni por ninguna otra causa.".


Es todo lo que el agente pudo conseguir, porque Luis no estaba dispuesto a ser neutral frente al sistema opresor y corruptor que dominaba el país. Y el agente se tuvo que conformar, cosa que no le costó mucho porque tenía un buen sueldo, era un pequeño sibarita y mientras él estuviera bien, no le importaba que el sistema tuviera algunos contratiempos.


Asi ocurre en las tiranías: los sistemas represivos nunca son totalmente insoslayables porque siempre hay subordinados venales o cobardes, capaces de vender a la madre para gozar de la vida, cuanto más al tirano o al sistema, si pueden hacerlo sin consecuencias para ellos.


Salvo en la tiranía final del Anticristo en la que el demonio mismo será su jefe de policía. Es cierto que a medida que nos acercamos al fin de los tiempos, las tiranías se parecen cada vez más a aquella última. Pero en Platafácil, aunque las complicidades eran muy profundas y bien trabadas, todavía no se había llegado a esos extremos.


- Bueno - terció el "Jabalí" -, vamos al grano. ¿Qué querían decirme?


- Estamos en un callejón sin salida -respondió Luis- No sabemos qué hacer para voltear a este sistema o, por lo menos, para oponernos eficazmente y poder ayudar a la gente. Estos miserables apretan cada vez más a los débiles, corrompen cada vez más a los jóvenes y cada vez es más difícil para un hombre fundar una familia: si no hay trabajo, ¿cómo la puede sostener? Además, ya no se educa a los niños ni a los adolescentes sino que se les deforma cabeza y se los desinforma desde su más tierna infancia. La religión católica - a la que todavía adhiere el pueblo por instinto- hace años que no se enseña. La mayor parte del clero consiente en el dominio del Pensamiento único, agnóstico y relativista, y hasta han hecho una versión de la doctrina cristiana compatible con ese Pensamiento único.


El "Jabalí" oyó todo el discurso de Luis con admiración. Este muchacho parecía ser, ¡por fin!, un verdadero militante.


- Hace tiempo que vengo pensando qué contestar a una persona que me hiciera la pregunta que acabás de hacerme. Y no he conseguido imaginar la respuesta en el vacío. Espero que las reflexiones que he hecho hasta el momento, sin llegar a ninguna conclusión, me ayuden a explicitar en este momento la respuesta adecuada.


- Pero Ud. dice muchas cosas en "El Despertador" que insinúan soluciones - dijo Daniel.


- Es verdad, pero todo eso es teórico. Hasta que no se produce ese misterioso salto que hay entre la teoría y la práctica, las cosas no se resuelven realmente. Un ex-juez, amigo mío, decía siempre: "altro e parlare di morte e altro e morire", que quiere decir "una cosa es hablar de la muerte y otra muy distinta es morirse".


- ¿Ud. cree que no hay otra solución que dejarse morir? -preguntó Alfredo atónito.


- ¡No, m'hijo! - exclamó el "Jabalí"- Es un ejemplo que te doy. En este caso, lo correcto sería decir: "Una cosa es hablar de resistencia a la tiranía y otra cosa es resistirla en acto". Ya sabemos el poder que tiene, la capacidad de mentir y de acusar en falso, la venalidad de los jueces y la severidad de las penas. Yo no puedo mandarlos a la muerte o a la cárcel. Además, ¿para qué? ¿Para ayudar a una sociedad que no se ayuda y se aparta de quienes quieren ayudarla?


- Tiene razón, Sr. Vélez - dijo Luis - pero a pesar de todo, nosotros queremos que nos dé alguna misión. Porque es preferible morir a vivir en una tierra devastada y sin honra, como dijeron los Macabeos.


El "Jabalí" no podía creer lo que oía. Su rostro enrojeció de vergüenza. Por fin él mismo había sido atrapado en una falta de fé, de escepticismo y desconfianza de la Providencia divina. Se quedó mudo y en silencio durante un largo rato. ¡Y esa cita del libro de los Macabeos! El "Jabalí" estaba atónito.


- ¿Se siente bien. Sr. Vélez - preguntó Daniel.


- Si, si - respondió hesitando el "Jabalí" -Estoy bien. Bueno, con ese planteo que acaba de hacer Luis, la cosa cambia. ¿Uds. están de acuerdo?


- ¡Por supuesto! -respondieron Alfredo y Daniel al unísono -. Y los otros cinco también. Ya hemos hablado del asunto entre nosotros.


- Entonces, muchachos, déjenme que primero les pida perdón por haberlos juzgado mal. Pensé que eran otros tantos "dilettantes" de los muchos que conocí de la edad de Uds. en tiempos pasados. Se vé que la gracia de Dios está actuando de una manera desconocida para mí. Yo no soy digno de darles ideas porque soy un fracasado y no tengo agilidad para ponerlas en práctica.


- ¡No diga eso, Sr. Vélez! -dijo Luis- Ud. es un maestro, y si no tiene agilidad es porque ha gastado sus fuerzas en una lucha solitaria de muchos años para mantener la antorcha encendida. Aquí está nuestra agilidad para suplir la que le falta a la suya. Pero, Ud. por favor, guíenos con su sabiduría, que vale mucho más que la agilidad física.


El "Jabalí" percibió que no podía contener las lágrimas. Se dió vuelta como para buscar un libro y lloró silenciosamente, de la pura emoción que le produjeron esas palabras.

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