Programa simple para una situación difícil (II)

Cosme Beccar Varela
LBM #111
8/3/2001



(Continuación y final del artículo)


7) Como consecuencia de esta disminución del Estado se reducirían algunos impuestos, otros serían abolidos y otros conservados, con la resultante general de una importante disminución de la carga impositiva que hoy abruma a los argentinos.

Por ejemplo:

i) el IVA se reduciría al 10% (hoy es el 21%) por ser un impuesto que recae integramente en el "consumidor final", que somos todos;

ii) el impuesto a las ganancias sobre los individuos y el impuesto a los bienes personales serán eliminados por ser vejatorios y prestarse a abusos persecutorios por parte del Estado;

iii) se crearía, en cambio, un impuesto del 20% a las grandes ganancias superiores a una suma, por ejemplo, de u$s 1.200.000 anuales;

iv) los aportes jubilatarios (que son en realidad un impuesto al trabajo) también serían eliminados permitiendo a los trabajadores y empleados cobrar la totalidad de su sueldo y hacer sus propios ahorros para el tiempo de su retiro facilitando asesoramiento sobre la forma de invertir esos ahorros;

v) el impuesto de justicia sería reducido al 1%;

vi) el impuesto a las ganancias eventuales y los impuestos internos sobre los artículos de lujo serían reestablecido a tasas moderadas, en escalas menores que las anteriores;

vii) se negociaría la reducción de los impuestos provinciales y municipales en la misma proporción y en base al mismo principio, so pena de surprimirse la co-participación de los impuestos nacionales

Sumados los recursos que resulten de los impuestos, se sabría el monto que puede gastar el Estado. A él deberá atenerse. El deficit fiscal debe ser eliminado.

No se debe crear impuestos o fijar sus porcentajes para cubrir el gasto del Estado, sino exactamente lo contrario, es decir, el Estado debe gastar únicamente lo que el país puede pagar en impuestos sin desalentar al ciudadano ni anular su capacidad de ahorro.


8) Con respecto a las jubilaciones adeudadas, que es uno de los mayores costos del Estado, aplicaría la propuesta formulada en el nro. 51 de "La Botella al mar" (7/12/2000).


9) Como la riqueza de una Nación depende del trabajo y de la capacidad de sus habitantes, es necesario invertir en una educación inteligente y moralizante. El caos de las escuelas secundarias y universitarias, fomenta el desorden moral, que es la causa del egoismo, de la venalidad y de los delitos en general. Además, la formación intelectual deja mucho que desear, originando cada vez más ignorantes e incultos a causa de la mala enseñanza impartida en los colegios y aún a las universidades.

El Ministerio -coordinado con el de Educación- invertiría en un plan de enseñanza que promoviera el desarrollo armónico y progresivo de la inteligencia de las nuevas generaciones y que impartiera un código moral mínimo, conforme a los diez mandamientos de la ley de Dios. Daría premios a los buenos alumnos y desalentaría a los patoteros que dominan hoy en las escuelas e impiden estudiar a los buenos alumnos.

La economía debe mirar hacia el futuro que, a su vez, depende de que este tipo de educación se imparta. Sin eso es imposible formar un pueblo laborioso y honrado capaz de grandes realizaciones y todo lo que se diga o haga para mejorar la economía será, a la larga, inútil.


10) Si toda la deuda externa fuera legítima y exigible, su volumen es tal, que no puede pagarse. Es decir, el país estaría técnicamente en quiebra.

En todo procedimiento de quiebra los acreedores deben presentar sus créditos para ser verificados y examinados por un Síndico. Sólo se pagan los créditos reconocidos y según un orden de prioridades. No veo por qué no se seguiría un procedimiento semejante con la deuda externa del país.

El Ministerio promovería una diligente investigación sobre el origen de los préstamos, el destino de los fondos prestados y los intereses cobrados con respecto a cada uno de los créditos externos, investigando también su legitimidad.

Estos créditos serían clasificados en diversas categorías:

a) Créditos efectuados para realizar obras públicas o para la creación de empresas privadas productivas.

b) Créditos para atender necesidades transitorias del presupuesto público.

c) Préstamos como capital de trabajo para empresas productivas.

d) Préstamos sin destino específico efectuados al Estado o a empresas del Estado

e) Préstamos insuflados por Bancos con exceso de liquidez en el tiempo de los "petrodólares".

f) Préstamos efectuados para pagar intereses de la deuda antedicha.

g) Deudas privadas nacionalizadas y asumidas por el Estado por decisión de Cavallo y otros.

h) Préstamos tomados por las empresas privatizadas para sustituir el aporte de capital propio o de ganancias en la realización de las inversiones que estaban obligadas a hacer conforme a los contratos de privatización.

i) Préstamos para fines especulativos y juegos financieros.

Es evidente que estas nueves categorías de préstamos externos deben tener un distinto tratamiento. Además debe analizarse, cualquiera sea el tipo de préstamo de que se trate, si los costos del servicio financiero eran razonables en el mercado en ese momento.

Y también debe investigarse si en la concreción del préstamo los funcionarios que los contrataron obtuvieron alguna ventaja personal que pudiera ser considerada como un soborno.

Por principio la Argentina reconocerá toda deuda externa legítima.

Pero, también por principio, no será pagada a costa del hambre ni de la desocupación de los argentinos. Al igual que en las quiebras toda deuda debe ser analizada en cuenta a su legitimidad y pagada en cierto orden de primacía.

Las necesidades básicas de los habitantes del pais tienen un privilegio máximo sobre todos los demás créditos.

Los contratos de préstamo que hayan sido efectuados mediante sobornos o en los cuales los Bancos hayan violado groseramente reglas bancarias básicas, para atender exclusivamente el interés del prestamista, deberán ser revisados, recalculados y eventualmente anulados.

Los intereses usurarios deberán ser reducidos.

Los préstamos "nacionalizados" por Cavallo deben ser reprivatizados y cargados a la cuenta de los grupos empresarios que originariamente los contrajeron. Recuerdo en este momento uno de los importantes grupos económicos argentinos que multiplicó su fortuna varias veces y el dinero de los préstamos tomados por ese grupo, luego cargados por Cavallo a la cuenta de la Nación, contribuyó mucho para ese éxito. Mientras la Argentina sigue soportando el peso de la deuda inconsultamente contraída por ese grupo, ese grupo es hoy inmensamente rico. Y hay otros.

Los funcionarios del Estado argentino que contrajeron deudas externas sin destino y sin necesidad, que luego fueron dilapidados bajo su administración, deberán responder con sus patrimonios personales.

A los préstamos para fines especulativos y de juegos financieros se les debe aplicar una quita equivalente al porcentaje de riesgo asumido por los prestamistas en esas operaciones sin utilidad para la economía del país. Una de las maneras de calcular el porcentaje de ese riesgo es prestar atención al interés cobrado: cuanto más alto el interés cobrado, mayor el riesgo tenido en vista por el prestamista.

Si estas investigaciones y clasificaciones son realizadas con seriedad y fundamento, es muy posible que se pueda llegar a un acuerdo con los Bancos acreedores y con el FMI. A pesar de todo, creo que los banqueros son gente razonable, al menos cuando la alternativa es provocar un gran escándalo internacional.

Estas gestiones las iniciaría personalmente, una vez terminadas las investigaciones arriba bosquejadas, y contrataría buenos abogados de los EEUU (no necesariamente de los mega-Estudios de moda) como consejeros.

Si los acreedores no admitieran estas razones acudiría al Tribunal de la Haya, sin renunciar al derecho soberano de mantener la posición adoptada si la sentencia de la Haya fuera manifiestamente injusta.

Si como consecuencia de todo esto se le cortaran los créditos externos a la Argentina tendríamos, muy probablemente, una caída sustancial en las importaciones lo cual tendría una ventaja ya que nos veríamos obligados a desarrollar productos sustitutivos fabricados por la industria nacional, a la que se le exigiría toda la calidad de que sea capaz.

No creo que ante un estudio sereno y bien fundado que distinga las deudas entre admisibles e inadmisilbles, la comunidad financiera adopte medidas extremas.

Si el pueblo conociera el programa de mi imaginario ministerio y pudiera explicárselo, estaría entusiasmado y lo apoyaría.

Por el contrario, si los grupos económicos dominantes lo conocieran, sin darme lugar a explicación alguna, se opondrían terminantemente a mi designación. Es decir, mis chances de ser Ministro de Economía son nulas.

En vista de eso, le ofrezco este esquema de plan a Lopez Murphy, que ya es Ministro, para que lo ponga en práctica.

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