Carta abierta al Presidente de la Nación, Dr. Fernando de la Rúa

Cosme Beccar Varela 
LBM #156 
16/5/2001 



Buenos Aires, 16 de Mayo del 2001


Excelentísimo Señor Presidente de la Nación
Dr. Fernando De la Rúa
Casa de Gobierno

Excelentísimo Señor Presidente:

Le escribo esta carta por ser el Presidente de la Nación en un momento crucial de la historia argentina. Los franceses llaman a esos momentos decisivos en la vida de una nación, "un tournant de l'Histoire". Aquí y ahora puede comenzar la recuperación del país o fijarse el rumbo hacia el empeoramiento dramático de nuestra situación.

Ud. fué elegido por su fama de honesto y persona de bien. Creo que Ud. aprecia ese juicio de sus conciudadanos y se honraría de merecerlo. No creo que le guste que la opinión del pueblo argentino a su respecto cambiara totalmente.

A pesar de estar en desacuerdo con prácticamente todo lo que ha hecho hasta ahora y con su forma de "hacer política", tengo la esperanza -con temor de que sea apenas una ilusión- de que primará en Ud. el sentimiento del honor personal y que se decidirá por la salvación nacional.

En un artículo de "La botella al mar" decía que su poder como Presidente de la Nación puede ser el principio de legitimidad indispensable para iniciar una nueva política que, en cierto modo, sería lo contrario de lo que Ud. mismo ha venido haciendo en estos años. La ineludible comprobación del fracaso y nocividad de la vieja política no le deja otra alternativa saludable.

Como Presidente de la Nación, la Constitución le concede un poder muy grande para el servicio del bien común de todo el pueblo. Le pido que lo use para ese noble fin y que no trate ya de atender a los políticos de su partido, ni de apaciguar a la oposición, ni de satisfacer las exigencias de los banqueros, ni de los financistas o gobiernos extranjeros.

Ese poder le permite resolver el problema "princeps", el que causa o potencia todos los otros, el que impide solucionarlos: los malos gobiernos. "Un fraco rei, faz fraca forte gente", dice Camoens. Y los malos gobiernos son inevitables cuando los cambios no hacen más que reemplazar un politico decadente por otro.

Luego, es necesario reemplazar toda la clase política, no apenas abaratar su costo. Un solo peso gastado en esta clase política es un peso tirado a la calle.

Esto no lo harán jamás quienes pertenecen a la clase que debe ser reemplazada. Debe hacerlo un Gabinete de Crisis compuesto de hombres y mujeres capaces de comprender las causas de esa crisis, con imaginación y coraje suficientes para poner en práctica los remedios necesarios.

Ese gabinete actuaría con la autoridad que Ud. le daría como Presidente de la Nación, pero reconociendo Ud. que no puede cumplir esa tarea por sí mismo. Lamentablemente, Ud. forma parte de esa dirigencia que debe ser reemplazada y tiene hábitos muy arraigados que lo vinculan a las viejas prácticas. Debe reconocer valientemente esta situación y, por el bien de la Patria, dar autoridad a ese Gabinete de Crisis, absteniéndose de interferir en su actividad.

El Gabinete actuaría durante un plazo limitado que es el que resta de su período presidencial y tendrá una misión perfectamente definida y acotada: poner en funcionamiento el reemplazo de TODA la clase política mediante la aplicación de una ley que reglamente el art. 16 de la Constitución Nacional que dice así:

"La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad."

Ninguna Constitución es mejor que quienes están encargados de aplicarla. Sin embargo, ese artículo jamás ha sido reglamentado y desde hace muchos años no es cumplido. Antes, era importante hacerlo. Ahora es un asunto de vida o muerte.

He preparado un proyecto de ley para reglamentar ese articulo constitucional y tender a que gobiernen los mejores. Lo he publicado en los nros. 83, 84 y 85 de "La botella al mar" (Enero 29,30 y 31 del 2001). Adjunto una copia.

Ese proyecto podrá, sin duda, ser mejorado. Sería de interés que Ud. convocara a constitucionalistas independientes, no más de tres o cuatro, para ver qué mejoras se le pueden introducir sin desviar su proposito que es, claramente, garantizar idoneidad moral e intelectual en todo candidato a un cargo en cualquiera de los tres poderes.

Esa ley sería aprobada por Ud. mediante un "decreto de necesidad y urgencia" que sería el último en dictarse ya que uno de los objetivos después de la reforma política será retornar a la plena vigencia de la Constitución de 1853 (1860).

Habrá quienes digan que hay otros problemas más urgentes que éste. Se equivocan o falsean la realidad.

Los hombres sabios, los hombres de Estado, saben que el problema principal no es ni la deuda externa, ni la inseguridad, ni la recesión ni cualquiera de los otros gravísimos asuntos que es urgente resolver.

La crisis más importante y de la cual dependen todas las otras, es la inepcia de la clase política en su conjunto. Y ésta es el resultado de un sistema perverso montado hace más de medio siglo, agravado extraordinariamente en los últimos 15 años.

Al restaurarse el funcionamiento de las instituticiones republicanas en 1983, en vez de producirse un florecimiento de la confianza popular y una renovación de la vida política, se ha puesto en evidencia su falsificación por parte de una clase corrupta que ha saqueado el país y lo continúa saqueando sin cumplir con ninguna de sus obligaciones para con el bien común.

Este clamor público es general y se refleja en las siguientes frases del editorial del diario "Clarin" de hoy (16/5/2001):

"...se ha observado la proliferación de hechos de corrupción y de utilización del poder público para la imposición de intereses particulares así como numerosos casos de conductas delictivas de funcionarios en los más variados ámbitos.

"Esta experiencia ha generado un creciente desprestigio de instituciones que constituyen el sistema republicano, como los partidos políticos, la Justicia, las fuerzas de seguridad y, por supuesto el Parlamento y de los gobiernos en sus diversos niveles".

Después de estas frases, la editorial agrega que si se tratara de casos puntuales o de personas o sectores determinados, esto sería corregible por el propio sistema.

"Pero cuando las fallas se extienden por el sistema, se plantea una situación critica. Así es cuando quienes deben monitorear el comportamiento de los gobernantes no cumplen su función; cuando quienes deben brindar el servicio de justicia o seguridad delínquen; cuando la independencia y balance de poderes es reemplazada por la imposición o los acuerdos al margen de los circuitos institucionales; o cuando las fuerzas políticas que llegan al poder incurren en conductas que criticaron desde el llano. En ese caso se hace evidente que el sistema pierde la capacidad de autoregularse y autodepurarse, provocando el desaliento y la pérdida de expectativas en la sociedad".

Esta radiografía está mostrando un organismo atacado por el tumor del desgobierno en todo sus órganos vitales. El diario no ha hecho más que reflejar lo que la sociedad entera percibe.

El Plenario de la Conferencia Episcopal argentina, en su declaración del 12/5/2001 dijo que "la crisis de valores que padece la dirigencia y su resonancia en las instituciones hace peligrar la identidad e integridad de la Nación."

Ahora bien, si no hay gobierno, peor aún, si el gobierno actúa como una planta parasitaria que succiona la savia del gran árbol nacional en vez de protegerlo y fomentar su crecimiento, entonces es indispensable y primario dotar al país de un gobierno sano antes que pensar en cualquier otro problema porque ninguno de los otros se resuelve si no se resuelve aquel primero.

Es posible que mientras estemos ocupados en resolver el problema político, otros problemas hagan crisis, por ejemplo, el de la deuda externa. La Argentina puede caer en cesación de pagos.

Sea. ¿Será preferible, acaso fingir que solucionamos este problema dejando el problema crucial del gobierno parasitario y dañino, de lejos el más grave, en toda su virulenta capacidad de destrucción?

Si no hay gobierno idóneo, no habrá más que soluciones parciales y precarias.

Tenemos un claro ejemplo de esto con lo que ocurre ahora, precisamente con la deuda externa.

Lo que están haciendo Cavallo y Marx en coordinación con el Sr. David Mulford, un norteamericano que va a lo suyo y a quien le van a pagar más de u$s100.000.000 por no hacer nada, no es una actividad del gobierno argentino sino un negocio político-económico particular de Cavallo y otros con objetivos también particulares que no resuelven el problema del país sino apenas las aspiraciones personales de ellos mismos.

Esto es evidente y no creo que Ud., en su intimidad, crea que estas maniobras que presenciamos atónitos tengan otro efecto que el de postergar el estallido por un cierto tiempo, que será muy breve.

Y todo es así. Observe Ud. cualquier asunto de los que conmueven a la opinión pública y verá que autoridades secundarias del gobierno, a quienes Ud. deja hacer están sirviendo sus propias carreras políticas y buscan aprovechar las situaciones para promoverse, haciendo cada una lo que se le ocurre, sin visión de conjunto ni amor al bien común. El resultado es caótico y catastrófico.

Veamos algunos casos más recientes.

¿Aerolíneas? La Ministro Bullrich quiere apenas ganar tiempo. Cavallo quiere que la empresa quiebre para que Eurnekian, deudor moroso del Estado por los Aeropuertos, se haga cargo de la empresa.

¿Cortes de ruta? El Secretario de Seguridad Interior les tira el "muerto" a las Provincias y no hace respetar la ley que asegura el libre tránsito por las rutas nacionales. Especula con dar largas al asunto porque afecta únicamente a los que quieren transitar por las rutas cortadas y teme el costo político de poner la fuerza pública a despejar los caminos.

¿Inseguridad? La policía no patrulla debidamente ni previene los delitos. Se limita a buscar a los delincuentes que matan. Los delitos que no terminan en muerte, quedan impunes y muchos asesinatos también. Pero prevenir el delito, para que no haya víctimas, eso no se hace. El Ministro
del Interior, el feroz Sr. Mestre, que provocó el suicidio de tres magistrados con su brutal intervención en Corrientes y que ahora es responsable de la seguridad nacional, no ha hecho nada para resolver este grave asunto en el que podría aplicar su ferocidad más útilmente.

¿Deficit del presupuesto? El presupuesto es el que alimenta a toda la clase política parasitaria de modo que no se lo toca ni con la punta del dedo. Al Ministro Lopez Murphy le costó el cargo querer reducir el presupuesto universitario. La única manera que se les ocurre a los políticos de reducir el deficit es aumentando los impuestos. Pero el país no puede pagar más, ni siquiera bajo las constantes amenazas de persecución fiscal.

¿Jubilados y desocupados? Nadie en el gobierno hace nada por ellos, ni se siente obligado a dar explicaciones.

¿Corrupción en los gobiernos anteriores y en éste (testaferros que "lavan" miles de millones de dólares; sobornos en el Senado; privatizaciones de dudoso trámite, etc.)? Apenas algunos escarceos de investigación que no conducen a nada o que llegan a vías muertas o que terminan castigando sólo a "perejiles".

No, Sr. Presidente, así no vamos a ninguna parte. O, mejor dicho, vamos a ir cada vez peor.

Es urgente, por lo tanto, resolver el problema clave, que es el poder político.

Para impedir que se haga una verdadera renovación política como la que estoy aquí pidiéndole, el Ministro del Interior Ramón Mestre, continuando lo iniciado por el anterior Ministro, Storani, está promoviendo lo que designa falsamente como una "reforma política", cambiando algo para que nada cambie.

Ella consiste en cuatro leyes: 1) Ley de financiamiento de partidos, con normas risibles; 2) Ley de reforma del Código Electoral, limitando inoperantemente la duración de las campañas; 3) Ley de "internas abiertas" de los partidos para elegir candidato a presidente, con la cual se tiende a "institucionalizar" los grandes partidos ignorando su enorme responsabilidad en la degeneración de la política y 4) Ley de creación de un Fiscal de Segunda Instancia en la Cámara Nacional Electoral (¿para qué?).

Nada de esto soluciona la crisis del poder político que consiste en la falta de idoneidad de los integrantes del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo y de gran parte del Poder Judicial. Si no se pone remedio a esa crisis, esta carencia se irá agravando con el tiempo por obra de un sistema que conduce a la inexorable decadencia de los elencos políticos.

Apelo a su patriotismo y le pido que se convierta en el nexo entre la Argentina decadente y esquilmada y la Argentina pujante y gobernada con justicia que debe nacer de las cenizas de la otra.

La clase política responsable de lo que hoy nos ocurre es como un tejido enfermo que debe ser descartado pues si no, pudrirá al nuevo.

En la Argentina vieja y enferma esta clase de asuntos se resolvían con un golpe militar.

Pero contrariamente a lo que comúnmente se cree, esos golpes eran preparados y pedidos por los propios dirigentes de los partidos que usaban a los militares para mezclar la baraja y repartir una nueva mano. Pero siempre con las mismas barajas.

Esto, felizmente, se acabó. Los golpes militares (con excepción de la Revolución Libertadora de 1955) han demostrado ser parte del mismo sistema que entroniza la falta de idoneidad.

El pueblo argentino, en general, es inteligente, trabajador y pacífico. Sólo le falta un gobierno idóneo para demostrar que es capaz de volver a ocupar uno de los primeros lugares entre las Naciones de la Tierra.

Está en su mano cumplir el papel histórico que le estoy pidiendo, más áun, suplicando que desempeñe.

Las futuras generaciones, que habitarán un país grande y airoso, bien gobernado y con una economía sana, lo recordarán agradecidos.

Si así no lo hiciere, pasará sin pena ni gloria, y no será otra cosa que una pieza más en el siniestro engranaje destructor del país que se llama "clase política", que habrá endeudado y arruinado al país por varias generaciones.

Dios guarde a VE.


Cosme Beccar Varela

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