Obispos: una declaración con más interrogantes que respuestas

Cosme Beccar Varela 
LBM #154 
14/5/2001 



Los obispos han dado una declaración chirle, tibia, que ha conformado a todos los que no debía tranquilizar y a nadie de los que debía alentar. Hubiera sido mejor que callaran antes que decir lo que han dicho, porque certifica su propia desidia.

"Hace ya 10 años… -dice el documento dado en San Miguel, el 12/5/1001 al finalizar la Asamblea anual de los 100 obispos argentinos- veíamos cómo, progresivamente, se iba perdiendo no sólo lo que tenemos, sino también lo que somos. Ya entonces era visible la corrupción generalizada que nos estaba destruyendo como personas y como sociedad; la falta de independencia y majestad de la justicia; la inoperancia de las leyes; y la pobreza y marginalidad crecientes."

Una tal radiografía del inmenso daño que se se estaba causando al país, ¿qué acciones concretas suscitó de parte de los obispos? ¿Donde están las condenas personalmente dirigidas a los responsables de semejantes crímenes para incitarlos a corregirse y, sino, a exigir su exoneración?

¿Donde están, por lo menos, las palabras de aliento dirigidas a quienes luchaban contra esa corrupción con medios ridículamente ínfimos mientras los obispos dejaban inertes los tesoros de influencia y de capacidad de convocatoria que todavía tienen en este país católico?

¿Qué podrían alegar en su descargo frente a quien dijera que fueron cómplices por omisión de esa catarata de injusticias que se volcó sobre el país?

"La acción política -dice más adelante- , uno de los más nobles servicios al hombre y a la sociedad, parece esterilizarse por la afanosa búsqueda personal y sectorial de poder y riquezas, y pervertirse cuando grupos económicos o financieros la hacen instrumento de sus intereses."

¿Cómo "parece esterilizarse...y pervertirse"? ¿Sólo "parece"? ¿Hablan los maestros de la fe y la moral, los sucesores de los Apóstoles, y al insinuar un crimen tan grave como el que describen crípticamente en este párrafo, dicen que no están seguros, que apenas "les parece" que se está cometiendo? ¿Cómo no lo averiguaron antes de hablar?

Les hubiera bastado preguntarle a cualquier argentino del llano y les hubiera respondido, sin dudar un instante, que es eso lo que ocurre y mucho más, que no es apenas una apariencia, sino la cruda y horrible realidad.

Y si me hubieran preguntado a mí les hubiera dicho ¿cómo es que los señores obispos, con toda la influencia e información de que disponen, no lo saben con certeza y con más lujo de detalles que los que puede tener un simple lector de diarios que no tiene acceso a los despachos oficiales ni a los servicios de información de los grandes empresarios, famosos por ser casi tan ágiles y bien dotados como los propios organismos del Estado?

¿Puede un pastor de almas, más aún, pueden todos los pastores de las almas de todos los argentinos relajar su obligación de salir de esa duda? Y si no fuera una duda, sino un modo tímido de expresarse, ¿pueden los valientes campeones de Cristo recurrir a esos subterfugios dialécticos para eludir una condena que es indispensable, urgente, vital, para la salud de la Nación?

Ellos mismos dicen:

"Por su extensión en el tiempo y por su intensidad, la crisis de la escala de valores que padece la dirigencia y su resonancia en las instituciones hace peligrar la identidad e integridad de la Nación. Crisis que también fluye hacia el resto de la sociedad, a lo cual colabora el empobrecimiento de la educación y la poderosa invasión de la cultura comunicacional."

¿"Crisis de escala de valores de la dirigencia" y sigue dirigiendo? ¿Qué derecho tienen al poder gobernantes y políticos que no tienen su escala de valores bien ordenada? ¿Qué derecho tienen los obispos a abandonar a su pueblo en manos de esos corruptos y amorales (porque esa es la palabra propia que se aplica a quien tiene una "crisis de valores", es decir, que no sabe decir cuál es el bien y cuál es mal)?

¿Y todo esto "hace peligrar la identidad e integridad de la Nación"? ¿O sea que la Argentina puede desaparecer o ser desmembrada y ellos se limitan a decirlo en una linea, como si dijeran:”mañana, probabilidades de chaparrones en el centro del país"?

¿Y esa crisis "fluye hacia el resto de la sociedad", repercute en la educación, se potencia con “la invasión de la cultura comunicacional"? ¿Es decir: el pueblo se está haciendo amoral a instancias de sus dirigentes y los obispos no mueven más que dos carillas y media de papel para defenderlo?

¿Y qué es la "cultura comunicacional" que nos invade "poderosamente"? ¿Se refieren a esa sentina de grosería, procacidad, obscenidad e ignorancia que es la TV y gran parte del resto de los medios de comunicación? ¿Y a eso le llaman "cultura"? ¿Sobre esto tampoco están seguros y apenas “les parece" que es así?

¿Y qué dicen de la fé católica amenazada de todos lados y olvidada hasta el punto de que la ignorancia religiosa es casi total? Ni una palabra sobre esto. "Ciegos son todos sus guardianes, ignorantes todos; perros mudos, impotentes para ladrar, dormilones y aficionados a sueños" (Isaías, 56-10).
 
"(Otro aspecto del) problema es la persistencia y extensión de la pobreza del pueblo y el desconcierto de los dirigentes. La sociedad reclama un orden justo que logre desligar a la República de las imposiciones de los grupos de poder, internos y externos al país, y que impida el avasallamiento de la dignidad propia de todo ser humano."

¿Hay, por lo tanto, "grupos de poder, internos y externos" que se imponen a la República? ¿Cuales son esos grupos y cuales son sus objetivos y su ideología? ¿Son grupos visibles o secretos o discretos?

Sin duda son grupos perversos que mrecen ser nombrados y condenados por la poderosa voz de los obispos ya que su acción disolvente tiende al "avasallamiento de la dignidad propia de todo ser humano", ¿y los obispos saben de su existencia y no los denuncian? ¿Cómo podrán defenderse los argentinos de un peligro que no saben de donde viene ni cómo es? ¿Y los que deben avisarle de esa amenaza, callan? ¿Pueden creer que con una frase enigmática en medio de un documento cifrado cumplen con la obligación de todo pastor de señalar a sus ovejas cómo es el lobo y de donde viene?.

¿Cual es el orden injusto que permite que ese "avasallamiento" pueda producirse por acción de la influencia de esos grupos? ¿Cómo es el "orden justo" que es reclamado por la sociedad? ¿No es el deber de los maestros en la Iglesia docente definirlo con claridad meridiana para que todos tiendan hacia él, mancomunadamente?

Los obispos no lo definen, no condenan claramente el orden injusto, no incriminan a los agentes de este "avasallamiento" de la dignidad humana y, sin embargo, se quejan:

"¿Quién piensa el futuro de la Argentina? ¿Cuál es el proyecto de país que oriente nuestra acción? ¿Qué hacer para generar esperanza?"

¿Quién sino los católicos conocen la doctrina de la Iglesia que debe inspirar cualquier "orden justo”, sin el cual no hay esperanzas ni proyecto que valga?

Es como si un médico preguntara al enfermo que lo consulta sobre una grave enfermedad, mortal, pero curable: "¿Quién estará pensando sobre su curación? ¿Cómo sería Ud. si estuviera sano y qué tratamiento le darán? ¿Qué puedo hacer para darle esperanzas?"

Los obispos son los pastores del pueblo y si los obispos no indican el camino para salir de esta crisis mortal, ni alientan a los católicos que podrían colaborar en definirlo y en aplicarlo, sino que, por el contrario, los ignoran y desprecian con "eclesiástica" sinuosidad (corruptio optimi, pessimum-la corrupción de lo excelente, es lo pésimo), ¿cómo es que preguntan, con inverosimil sorpresa: "¿Quién piensa el futuro de la Argentina? ¿Cuál es el proyecto de país que oriente nuestra acción? ¿Qué hacer para generar esperanza?"?

Los que estamos hace 40 años luchando por defender los principios de la civilización cristiana conocemos muy bien el grado de refinada maldad con que se pueden matar vocaciones de servicio al bien común, apagar mechas que aún humean, quebrar cañas partidas, adormecer conciencias y fomentar envidias e intrigas paralizantes.

El resultado es que los ineptos y amorales se han apoderado del gobierno del país. Y esto desde hace mucho más de 10 años. ¿Qué pueden esperar los obispos de un país católico en el cual sus obispos proceden de ese modo?

El Papa San Pío X, en su Encíclica "Iucunda sane" sobre San Gregorio Magno Papa, al referirse a los deberes de los obispos y después de recomendar la oración constante agregaba:

"Pero aun esto es poco. Gregorio culpaba al obispo que, apartándose del amor divino y de la oración, no acudía al campo de batalla para defender decididamente la causa del Señor: ‘Lleva inútilmente el nombre de obispo', decía con razón."

Y en un capítulo de su Encíclica enseñaba lo que no debe hacer un obispo:

"...surge necesariamente de los principios de la revelación cristiana y de las íntimas obligaciones de nuestro apostolado, ya veis, Venerables Hermanos, cuánto se equivocan los que estiman que serán más dignos de la Iglesia y trabajarán con más fruto para la salvación eterna de los hombres si, movidos por una falsa prudencia humana distribuyen abundante la mal llamada 'ciencia', movidos por la vana esperanza de que así pueden ayudar mejor a los equivocados, cuando en realidad los hacen compañeros de su propio descarrío. Pero la verdad es única y no puede dividirse; permanece eterna, sin doblegarse a los tiempos: Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.

"También se equivocan por completo los que, dedicándose a hacer el bien, sobre todo en los problemas del pueblo, se preocupan mucho del alimento y del cuidado del cuerpo, y silencian la salvación del alma y las gravísimas obligaciones de la fe cristiana.

"(Ocultan), como con un velo, algunos de los principales preceptos evangélicos, temiendo que se les haga menos caso, e incluso se les abandone.

"Al proponer la verdad, será prudente proceder con tacto cuando se hayan de tratar asuntos con quienes desprecian nuestras instituciones y viven completamente apartados de Dios; como decía San Gregorio, al curar las heridas, es preciso tocarlas antes con mano delicada.

"Pero este procedimiento se quedaría en prudencia de la carne, si se pusiese en práctica así, sin más; sobre todo, porque daría la impresión de que se tiene en poco a la gracia divina -que no sólo se concede a los sacerdotes, sino a todos los fieles de Cristo- y con la que nuestras palabras y nuestros hechos acaban venciendo toda resistencia."

En resumen: el documento de los obispos mereció un Editorial de "La Nación" de hoy (14/5/2001), del Presidente de la Rúa y no sé si de algún otro político. Pero al pueblo católico le debe haber pasado totalmente desapercibido. A mí, me causó una gran indignación que va cediendo paso a la tristeza, recordando aquella parábola de Nuestro Señor:

"Yo soy el buen pastor: El buen pastor sacrifica su vida por sus ovejas. Pero el mercenario y el que no es el pastor de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo desampara las ovejas y huye y el lobo las arrebata y dispersa el rebaño. El mercenario huye por la razón de que es asalariado y no tiene interés alguno por las ovejas." (San Juan, 10-11,12 y 13)

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