Dejar que 1.600.000 niños corran peligro de retraso mental o pagar los intereses de la deuda externa

Cosme Beccar Varela 
LBM #174 
12/6/2001



A duras penas consigo mantener la calma para escribir estas líneas que no constituyen un artículo sino una acusación de genocidio contra el gobierno de Menem y el gobierno actual, en especial, contra los dos Presidentes de la República y sus Ministros de Economía entre los cuales Cavallo se lleva el baldón por partida doble ya que ha sido el autor y ejecutor de lo peor que hizo Menem y es hoy el más poderoso miembro del gobierno y está directamente involucrado en el asunto.

 

Acaba de publicarse un estudio del CEMIC, uno de los más importantes centros de investigación médica del país, en el cual se informan los resultados de un estudio sobre la población infantil de la Argentina ("La Nación", 12/6/2001).

 

Los investigadores buscaban una respuesta científicamente comprobada a la siguiente pregunta:

 

"¿Es cierto que las condiciones asociadas con la pobreza tienen consecuencias negativas sobre los procesos cerebrales y la capacidad de aprendizaje indispensables para competir en la vida adulta?"

 

La pregunta está mal formulada. Huele a economicismo liberal. Lo importante de la vida no es "competir", sino comprender, pensar, amar, imaginar, tener sensibilidad, actuar, desarrollarse plenamente como ser humano y llegar al cielo en la otra vida.

 

Pero, en fin, la pregunta es suficiente como para que el resultado del estudio sea útil y saber qué efectos tiene la pobreza extrema sobre la vida intelectual, aspecto primordial de la vida humana como tal.

 

Y el resultado es pavoroso. Puede decirse que la situación económica del país está causando a la población infantil daños cerebrales gravísimos que comprometen su mera posibilidad de tener una vida normal.

 

Es doloroso decirlo pero es necesario: el famoso plan económico Menem-Cavallo, seguido por De la Rúa-Cavallo, está produciendo una enorme masa de niños con atraso mental, es decir, conduce a un descenso en el nivel intelectual del pueblo argentino. Llegaremos a ser un pueblo inferior, cuando siempre fuimos uno de los pueblos más inteligentes de la Tierra.

 

Según el estudio, hay 1.600.000 niños argentinos, sólo en zonas urbanas, que viven debajo del nivel tolerable de pobreza y que tienen sus "necesidades básicas insatisfechas" (NBI).

 

Esta situación hace que esos niños tengan un desarrollo intelectual insuficiente siendo incapaces de resolver los problemas simples que otros niños, que tienen esas necesidades satisfechas, resuelven con facilidad. Los médicos deducen cientiíficamente de ese resultado que aquellos tienen una inteligencia inferiorizada lo que compromete seriamente su capacidad para desempeñarse en su vida de adultos.

 

Según las clasificaciones que manejan los estudiosos, el NBI existe cuando un niño tiene MENOS de $1,40 por día para pagar una "dieta de sobrevida".

 

El número de niños que cayó en esta desgracia, sin culpa alguna de su parte, por supuesto, ha aumentado un 35% en el último lustro.

 

¿Valía la pena caer en semejante tragedia para conseguir una "convertibilidad" de uno a uno con el dólar, tener algunas comodidades importadas como los teléfonos celulares y otras nimiedades por el estilo?

 

Ya es malo que se hayan causado tantos males con el plan económico, se haya destruido la industria nacional, se haya endeudado al país desmesuradamente, se haya robado tanta plata y se hayan formado tantos grupos poderosos de origen ilícito.

 

Pero esto que analizo es absolutamente intolerable.

 

¿Cómo puede calificarse a un gobernante que en vez de servir al bien común de sus gobernados, los sume en la miseria dañando profundamente la mente de sus hijos? ¿Qué puede decirse de un gobernante que no sólo no fomenta el progreso de la economía del país sino que retrasa el desarrollo intelectual de sus habitantes y va en camino de convertir el territorio maravillosamente rico de nuestra Patria en un enorme asilo de atrasados mentales?

 

En esto nos cabe una enorme responsabilidad a todos los argentinos. Nosotros callamos y dejamos hacer, mientras nuestros compatriotas son degradados por la miseria. Y encima de eso, hay quienes quieren negarle a los niños el conocimiento de Dios, única ayuda que tienen frente al abandono de los hombres Es lo que está ocurriendo en Catamarca y lo que el faccioso fubista que funge de Ministro de Educación, Andrés Delich, propicia para todos los niños del país ("La Nación", 7/6/2001, pag. 18).

 

La declaración de la UIA apuntaba al problema terrible de la miseria con palabras severas (que no le gustaron a "La Nación"). Pero esto es peor que la miseria de los mayores, que ya es grave: es la degradación de los inocentes.

 

Ante esta revelación espantosa, por la que debemos agradecer a los estudiosos del CEMIC por haberla hecho y a "La Nación" por haberla publicado, no cabe otra conducta que exigir perentoriamente al Presidente De la Rúa y al Ministro de Economía que DECLAREN LA CESACIÓN DEL PAGO DE INTERESES DE LA DEUDA EXTERNA para poder destinar los fondos a detener de inmediato este proceso perverso.

 

Salus populi, lex suprema, dice el Derecho Romano. La salvación del pueblo es la ley suprema. Ni la Constitución, ni los Tratados, ni las leyes de fondo o de forma, en una palabra, ninguna norma humana es superior a la Ley natural que autoriza a hacer todo lo necesario para la salvación del pueblo. La única ley que está por encima de eso es la ley de Dios, porque siempre coincide con la salvación del pueblo y está inmersa en un contexto de misericordia.

 

Ningún país está obligado a dejar que sus niños caigan en el atraso mental para destinar sus recursos a pagar los intereses de la deuda externa. Ningún gobierno está autorizado a cometer un genocidio contra su propio pueblo para no ser acusado de moroso por sus acreedores financieros.

 

Los intereses de la deuda son, aproximadamente, u$s15.000.000.000 por año. Si suponemos que el número de niños en esa situación es más o menos igual que el de los que contaron en zonas urbanas, tenemos 3.000.000 de niños padeciendo este mal. Si dividimos los u$s15.000.000.000 por los 3.000.000 de niños, nos da u$s 5.000 por niño y por año. Si dividimos esto por los 365 días del año nos quedan u$s 13,69 por día.

 

Es decir, que si se dejan de pagar los intereses de la deuda externa tendríamos la posibilidad de darle a cada niño que esta corriendo el gravísimo riesgo que comento en estas líneas, una dieta muy superior al mínimo de sobrevida que dicen los médicos. Y, consecuentemente, dejarían de estar en peligro de caer en el atraso mental.

 

Hasta podría conseguirse el mismo resultado reduciendo los pagos de los intereses a la mitad, es decir, a u$s7.500.000.000, siempre que los banqueros, en consideración a este importante motivo, accedieran voluntariamente a reducir los intereses. Si no acceden y nos hacen la guerra, necesitaremos ese dinero para mitigar los efectos del "boicot" financiero internacional.

 

La inmensidad del mal que se busca evitar con esta medida y la inmensidad del bien que ella produciría removiendo un obstáculo para el pleno desarrollo intelectual de los niños afectados, tienen elocuencia suficiente como para demostrar su absoluta necesidad.

 

Obviamente, hay varios problemas propios de esta solución que deben ser analizados y resueltos, pero son secundarios, aunque importantes.

 

Uno de ellos es cómo hacer llegar ese dinero a los niños sin que se quede pegado en las manos de los distribuidores ni un sólo centavo.

 

Otro, como conducir la economía de ahorro y austeridad que debe seguir al previsible "boicot" financiero internacional, sin desalentar la economía interna y sin sofocar a la gente con impuestos.

 

Todo eso parece imposible de lograr con esta "dirigencia" que Duhalde describió en forma irreproducible.

 

Por lo que volvemos al tema de mi carta abierta al Presidente del 16 de Mayo (nro. 156 de este diario) sobre la reforma política: sólo un gabinete de crisis apoyado en la autoridad del Poder Ejecutivo puede encarar éste y los demás problemas nacionales.

 

Reclamo, pues, al Presidente de la República que tome esta medida de inmediato porque si hasta hoy no estaba advertido del genocidio que comete su gobierno contra estos niños, desde hoy lo está, y será plenamente responsable de las consecuencias que cause su omisión. Y Cavallo tiene que irse.



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