Los "anti-discriminadores" son discriminadores, el que los discrimine buen discriminador será

Cosme Beccar Varela 

LBM #183

26/6/2001



Hay varios torniquetes aplicados al cuello del ciudadano que son usados para obligarlo a aceptar el "Pensamiento Unico" nacional (ver "Constitución sincera de la Nación Argentina", nro. 18 de "La botella al mar"). Uno de ellos es la amenaza de ser acusado de "discriminador" y otro es ser discriminado ferozmente sin que nadie le reconozca que está siendo discriminado y, por supuesto, sin que nadie lo defienda.

 

Quienes no se dejan convencer por la propaganda de izquierda o la liberal (ambas tienen carta de ciudadanía admitida dentro del "Pensamiento Unico") y pretenden pensar por su propia cabeza, juzgando los acontecimientos en base a principios de sentido común y de justicia o peor aún, quienes hacen tales juicios basados en la fé católica y en la filosofía escolástica, Esos (tomando el "Esos" como nombre propio colectivo) no tienen posibilidad de hacer carrera política. Inclusive, tienen muchas más probabilidades de ser pobres y de ser excluidos, en igualdad o aún superioridad de talentos, que los Otros (tomando el "Otros" también como nombre propio colectivo).

 

Esa es una discriminación activa que el zar de la Antidiscriminación, el Dr. Eugenio Zaffaroni, no reconoce ni reprime, a pesar de ser el interventor del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).

 

Creo que toda forma de discriminación (que por definición es injusta, porque implica arbitrariedad y desprecio) debe ser censurada porque es contraria a la justicia y a la caridad.

 

Eso no quiere decir que todos seamos aptos para todo y nada impide que cada uno tenga sus criterios razonables de selección. Pero "seleccionar" no es discriminar. La selección debe estar siempre basada en una razón justa. Descartar a un gran violinista como aspirante a tocar en una orquesta porque es tailandés, por ejemplo, prefiriendo a alguien inferior en ese arte, no es "seleccionar": es una injusticia para el aspirante, para la orquesta, para el país y hasta para el mundo, porque se puede estar desalentando a un gran talento.

 

La ley 23.592, la única y gran obra del Dr. De la Rúa, llamada de "antidiscriminación", establece;

 

"Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional, será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados

 

"A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos."

 

Está claro que esta ley debería proteger a los católicos por lo menos de una manera igual que a los seguidores de otras religiones. Sin embargo, los católicos son postergados, acosados, acusados falsamente y atacados sin que al Dr. Zaffaroni se le mueva un pelo ni tampoco a ninguno de los demás pontífices de este nuevo dogmatismo.

 

Porque no hay duda de que este asunto se agita como una nueva "ortodoxia" que tiene sus "tribunales de la inquisición", con poderes para mandar a la hoguera de la difamación pública a aquellos a quienes les ponga el bonete inapelable de "discriminador".

 

No importa que el supuesto "discriminador" no tenga poder alguno para discriminar a nadie y que el "pope-fiscal" de la neo-inquisición tenga todas las tubas de la publicidad al alcance de sus labios; no importa que el propio acusador o sus amigos hayan perseguido discriminadoramente al propio acusado hasta arruinarlo, cerrándole todos los caminos profesionales y de trabajo.

 

El acusado es culpable de tener principios que contradicen al "Pensamiento Unico" y ese crimen es imperdonable; lo hace sospechoso de totalitarismo, aunque no tenga poder ni para ser recibido por el ayudante del ayudante de un ordenanza de Ministro, mientras que el neo-inquisidor es poderosísimo y entra como "Pedro por su casa" en cualquier despacho oficial, empresarial o directorial-mediático.

 

Y todo por ser católico militante, lo cual lo hace sospechoso de estar PENSANDO que el que no lo es, no pertenece a la religión verdadera (aunque no lo diga y tenga toda clase de consideraciones con los otros) y de estar maquinando alguna forma de imponer a los demás su religión, aunque no esté maquinando nada y no puede imponer nada a nadie porque no tiene fuerza ni para defenderse a sí mismo.

 

Como bien dice la Dra. Susana Torres, asesora del INADI, "la prueba de la discriminación es diabólica, porque generalmente no se encuentran testigos y el que discrimina no lo hace públicamente" y para descubrirla sólo se pueden "analizar las presunciones lógicas que abonan la convicción de estar ante una conducta discriminatoria".

 

(Opinión dada a la Revista del Colegio Público de Abogados de la Ciudad de la Capital Federal, nro.46, Junio del 2001. Ese número está dedicado al tema y se explaya a sus anchas contra dos colegios católicos en forma discriminatoria y falsa y, además, insolente, porque muchos de los afiliados que tiene ese Colegio, somos católicos y sabemos la verdad de lo ocurrido en esos colegios y hasta lo hemos dicho en este diario, pero se nos impone la opinión de los sectarios autores de los textos publicados en esa revista oficial como si ellos fueran los dueños del Colegio Público de Abogados; y lo peor es que no me dejan renunciar a mi afiliación obligatoria, so pena de no poder trabajar. Pero ellos son "democráticos"...)

 

Es muy cierto lo que dice la Dra. Torres, pero la diferencia está en que el discriminado protegido por el INADI tiene toda la simpatía interpretativa de quienes deben juzgar las presunciones que invoca, mientras que el católico tiene toda la antipatía del INADI y del "establishment".

 

Cuando el católico, buscando amparo, empieza a probar que es discriminado basándose en presunciones e indicios, es interrumpido impacientemente con expresiones como: "¡Está viendo visiones!"; "¡Ud. tiene delirio de persecución!"; "Eso no es discriminación; lo que pasa que Ud. es insufrible"; "Ud. quiere imponerle a Fulano que le publique tal noticia o artículo, pero Fulano es dueño de elegir lo que le convenga", etc. etc.

 

Hace algunos años, junto con unos amigos formé un partido político, el Partido Orden y Justicia. En la primera elección que nos presentamos pudimos verificar la más odiosa discriminación de los medios de difusión. Salvo los 30' de publicidad oficial, ningún diario, ningún canal de TV, ninguna radio, se dió por enterado de que eramos candidatos.

 

Como en una democracia el ser conocido es la base de cualquier posibilidad de éxito, este cierre de filas excluyente de los medios de difusión funcionó como un efectivo "boicot" y como una lápida. No podíamos ganar nunca. Y no porque nuestro mensaje político no fuera atrayente para los electores, porque lo era, y muy simple, sino porque ni se enteraron de que existiera. (Entre otras cosas proponíamos abolir las "listas sábana", respetar la Constitución de 1853 y bajar los impuestos.)

 

Después del primer intento y al percibir que nos estaban haciendo lo mismo para la campaña de constituyentes (en la que, por supuesto, nos oponíamos totalmente a la reforma que querían Menem y Alfonsín) y tratando de abrirnos paso contra la discriminación, iniciamos en Marzo de 1994 una demanda por esa causa contra los cuatro canales de TV, y los diarios "Clarin", "La Razón", "La Prensa", "Crónica" y "Cronista Comercial". Contra "La Nación" la habíamos iniciado y la desistimos porque al final ese diario publicó una noticia sobre nuestra campaña.

 

En las contestaciones de demanda los accionados sostuvieron las tesis más crudamente discriminatorias con toda la arrogancia que da el sentirse seguros en el poder.

 

El Juez demoró tanto el procedimiento, a pesar de que era una demanda sumarísima, que se pasó la fecha de las elecciones y la demanda fué rechazada por ser "inoficiosa"; pero en el fallo de 2da. Instancia, del 10 de Noviembre de 1995, la Cámara de Apelaciones dejó insinuado que alguna razón teníamos porque impuso las costas por su orden para "no cohibir con cargas pecuniarias en el futuro otros planteamientos que interesen de modo fundamental al recto funcionamiento del sistema republicano".

 

En 1996 publicamos un folleto con los escritos de demanda, contestación y con las sentencias, titulado "La prensa como arma política", que quedará para la historia de la hipocresía de los "antidiscriminadores" que son selectivamente y eficazmente discriminadores.

 

En fin, sería muy de desear que no se discriminara contra nadie, ni siquiera contra los católicos. Como en el ejemplo de la orquesta, no vaya a ser que se esté cerrando el paso a una persona que podría hacer un gran bien al país y a TODOS sus habitantes si no se le negaran sistemáticamente las oportunidades para hacerlo.


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