¿Qué se puede hacer?

Cosme Beccar Varela 
LBM #226 
28/8/2001


Esta pregunta se presenta reiteradamente y cada vez más, cuando se habla sobre la situación argentina. La respuesta exige una cierta elaboración y será respuesta en la medida en que el que pregunta preste atención a todos sus términos y les dedique una reflexión suficiente.

Alguien dirá que exijo demasiadas condiciones para un momento como el actual en que el atolondramiento y la superficialidad priman. Lo siento mucho. Si no es en ese clima de pensamiento y de seriedad, no interesa oir la pregunta y menos aún dar una respuesta.

La ventaja de escribir es que lo escrito, escrito está y quienquiera enterarse no tiene más que leer y pensar, retirado del "mundanal ruido". Si no quiere enterarse, qué le vamos a hacer. Con toda franqueza diré que ese tal no me interesa como interlocutor.

¿Qué se puede hacer?

Partimos de la base de que no tenemos ninguna de las palancas del poder en nuestras manos pero debemos tener alguna, si es que queremos que el país se levante de su postración y la justicia presida las relaciones entre los argentinos. No se trata de ser mejores espiritual o intelectualmente, cosa muy de desear y que a la larga redundaría en el bien de toda la Nación.

Sería mejor aún si ese perfeccionamiento espiritual alcanzara a las alturas de una vocación religiosa auténtica, porque en ese caso, unidos a la fuerza santificante de la Iglesia, podríamos hacer una obra sobrenatural que en cualquier hipótesis beneficiaría a las almas, aunque el país se derrumbara y desapareciera. Ninguna nación es esencial para la salvación de las almas.

Pero no es en ese plano que se plantea la pregunta y la respuesta apunta a un quehacer político para lo cual ser mejores siempre es deseable pero no es suficiente. Se trata de una acción de quienes ya son mejores que la actual dirigencia inepta y corrupta para lograr acercarse al poder de decidir en bien de todo el pueblo.

Cualquier otro objetivo que no sea ese, total y supremo, hará que nuestros esfuerzos se limiten a lo personal, pero no lleguen al plano político.

Tampoco me parece suficiente que el objetivo sea apenas mejorar la política a niveles municipales, ni aún provinciales. Un municipio ordenado es muy deseable, lo mismo que una provincia. Pero si el gobierno nacional está en manos de la actual "dirigencia", ese ordenamiento local no resuelve los problemas de la gente ni tiene solidez para durar.

Desde el gobierno nacional se causarán innumerables daños y se omitirán innumerables bienes que afectarán a todos.

El vecino de un municipio feliz, será el afortunado habitante de una casa con pavimento bien barrido, pero no tendrá trabajo, o será esquilmado por impuestos injustos, o no será oído en Tribunales imparciales y eficientes o podrá ser asaltado por alguna de las innumerables bandas de criminales que lo amenazan desde incontrolados "enclaves" del delito, como Fuerte Apache y otros por el estilo.

Los hombres y mujeres magnánimos que desean el bien común de la Argentina entera, no pueden limitarse a cuestiones municipales a no ser que eso sea dentro de un plan cuyo objetivo final sea el restablecimiento del orden en todo el país y se tenga pensado algún plan para pasar del municipio al plano nacional. Lo mismo dígase de las Provincias que, en el actual estado degenerativo de nuestra Constitución, son casi nada, por más que se finja que vivimos en un sistema federal.

¿Qué se puede hacer?

Hechas las salvedades que anteceden, creo que se podría iniciar una escalada política desde el llano. La condiciones y etapas de esa escalada serían las siguientes:

1ra. etapa. Se debe empezar por reunir un grupo de personas honorables con aptitud para analizar asuntos de Estado, que coincidan en las grandes líneas de una idea de justicia a ser realizada en el país. Creo que esa idea está contenida en las tradiciones argentinas y en la Constitución de 1853, lealmente interpretada.

Si no se reúne ese grupo de personas con calidades suficientes, no se puede ni empezar una acción política en las actuales circunstancias.

Es posible que tengan ya algunos compromisos con otros grupos o partidos pequeños, como es muy lógico que sea, ya que personas con esas calidades no pueden haber estado inactivas hasta el momento de esta reunión. Pero ya debería ser claro para ellas que esas agrupaciones no bastan para una acción política de fondo como la que es necesaria en este momento, porque de hecho no bastó hasta ahora.

Sin renunciar a aquellas, deberían integrarse plenamente en esta nueva reunión que llamaré en este esbozo "Unión" para facilitar la exposición.

2da. etapa. Esa Unión debe asociarse para deliberar en común sobre el estado del país, los objetivos a lograr y los medios para ello. El resultado de los trabajos de esa asociación deberá ser la aprobación de un programa de objetivos a alcanzar y de acciones a realizar. Como resultado final de estas deliberaciones, además, deberá constituirse una organización política (no necesariamente un partido) para ejecutar el programa convenido.

Aquella primera forma de asociación para pensar y decidir rumbos, es indispensable, de otra forma no se conseguirá que los trabajos deliberativos se realicen mancomunadamente. Hay que dedicarles tiempo y de inmediato; y no tendría sentido dejarlo librado al "bel piacere" de cada uno porque inevitablemente ocurrirá que algunos harán mucho, otros poco y otros nada.

Independientemente de la diversidad de talentos, debe haber una igualdad de aplicación. El capital de esa asociación deliberativa será inteligencia y tiempo. El aporte de cada uno deberá ser la plena aplicación de su capacidad intelectual y comprometerse a dedicarle el tiempo que sea necesario, asistir a las reuniones, escribir, analizar, proponer.

De esta asociación debería surgir un programa de objetivos y acciones a realizar y una organización para cumplirlo. Toda organización exige autoridades internas. Es de suponer que la Unión será capaz de crearla.

3ra. etapa. La tercera etapa será la realización, por parte de la Unión organizada, de las acciones tendientes a renovar totalmente la política. ¿Qué tipo de acciones serán esas?

El presupuesto básico de ellas será la importancia de la opinión pública en toda forma de acción social.

El "establishment", del que forma parte la "dirigencia" política corrupta, trata de controlarla para lo cual no escatima esfuerzos para apropiarse de todos los medios de comunicación masiva, lo cual ha conseguido en amplísima medida sino en forma total.

Sin embargo, el "talón de Aquiles" de este gigante propagandístico es la falta de substancia. Todo es artificio, engaño y decepción. Y banalidad.

Es claro que a fuerza de repetir, de insistir y de distraer pueden conseguir muchas cosas, entre ellas, que un ladrón sea presentado como un salvador de la Patria. Pero no pueden modificar el hecho de que aquel supuesto salvador de la Patria es un ladrón. Y esto será siempre una debilidad de la "dirigencia".

La opinión pública basada en estos engaños, en teoría, puede darse vuelta. De hecho, se ha observado recientemente que la gente opina cada vez en mayor número que la actual clase política es deleznable y tan firme es esta convicción que los mismos integrantes de esa clase se ven forzados a plegarse a esa postura. Véase el plebiscito de De la Sota en Córdoba, la propuesta de De la Rúa, el artículo de Corach en "Clarín" del 30/8/2001.

En esta etapa la Unión se empeñará en hacer trascender sus ideas hacia círculos cada vez más amplios hasta llegar al público en general. La Unión deberá hacerse conocer y difundir su pensamiento. Bonum diffusivum de sui, el bien es difusivo por su propia naturaleza. Y la verdad lo mismo.

Si la Unión cumple con su deber, sus propuestas de justicia, de ordenamiento recto, de crítica a la "dirigencia" corrupta, hará camino e influirá cada vez más en la opinión pública hasta convertirse en un polo de pensamiento y de influencia política. Logrado eso, el camino del poder está abierto.

Esto es, a grandes rasgos, lo que se puede hacer. Es factible y será efectivo a condición de que la Unión sea generosa, intrépida, inteligente y laboriosa. Sine labore nihil.

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