Negocios "a riesgo político"

Cosme Beccar Varela
LBM #76
18/1/2001


Un informe publicado en "La Nación" de ayer 17/1/2001 ilustra lo dicho en el artículo de "La botella al mar" del mismo día sobre los inversores no genuinos y sobre las garantías políticas que los amparan, a falta de un marco legal adecuado o, directamente, por realizar sus inversiones en un marco legal dudoso.

    El artículo es un informe sobre cierto grupo mejicano que organiza entretenimientos y que ha comprado nada menos que nueve radios argentinas importantes. Se denomina "Corporación Interamericana de Entretenimientos" (CIE) y está asociado con el denominado "rock & pop", cuyo portaestandarte es una radio cuyo nombre lo dice todo y cuyo tipo de expresión está por debajo de cualquier posibilidad de ser considerado como "cultural".

    La ley de radiodifusión no permite a inversores extranjeros adquirir radios o canales de televisión. Un decreto de Menem "derogó" esta parte de la ley.

    Escribo "derogó" entre comillas porque, como es lógico, un decreto no puede derogar una ley (aunque la reforma constitucional nula y comprada de 1994 permite ahora los decretos de "necesidad y urgencia" que, en teoría, podrían derogar leyes).

    Sin embargo, de hecho, cuando el Presidente, como Jefe de la Administración pública decide por decreto, no exigir el cumplimiento de una ley, entonces los funcionarios que de él dependen, se abstienen de exigirla ya que no pueden objetar la constitucionalidad de las decisiones superiores.

    En virtud de ese decreto, el COMFER (Comité Federal de Radiodifusión) no exigió el cumplimiento de la ley y una gran cantidad de radios y canales de televisión pasaron a ser controlados por extranjeros. No sé cuántos son pero cada tanto descubro que alguno más está en manos extranjeras.

    Ahora me entero de que nueve radios, nada menos que Splendid, del Plata, América y Libertad entre las más conocidas y de amplio alcance, más otras menos conocidas como Metropolitana, Feeling y San Isidro Labrador, cayeron en poder de este grupo mejicano.

    El COMFER no ha hecho otra cosa que mandar "dos cartas documento donde se le exige presentar la documentación de las adquisiciones" durante el mes de Febrero próximo. Las cartas documento fueron enviadas al Sr. Daniel Grinbank, el socio local dueño de la radio "rock & pop". El COMFER tiene medios más eficaces y veloces de acción, si es que realmente quiere hacer respetar la ley de radiodifusión.

    Pero a los mejicanos no parece preocuparles (ni tampoco al Sr. Grinbank) porque han respondido abiertamente al reportaje que les hizo el diario citado. Demuestran estár muy seguros de que el COMFER no hará nada para revertir la situación.

    De hecho, el riesgo que corren los inversores mejicanos es que se declare nula la compra de las radios y se queden sin ellas y tal vez apenas con un crédito contra sus vendedores para intentar el recupero de lo que hubiesen pagado.

    ¿Deriva esa tranquilidad de las garantías políticas que tienen, probablemente provistas a través de Grinbank? Tal vez. De lo contrario no se entiende que hayan invertido una gran cantidad de dinero en estas operaciones.

    Sucede que ese dinero no es de los señores organizadores del grupo mejicano, sino del público. Asi lo declara cándidamente el Sr. Lecumberri, director corporativo de la división internacional del CIE: "El origen de nuestros fondos surge de la combinación de emisiones públicas de capital, en los mercados internacionales, más deuda" ("LN";17/1/2001, pag. 10).

    Este caso es característico de la inversión "a riesgo político", en un contexto que lo permite y que, como contrapartida, expulsa la inversión genuina de inversores propiamente dichos.

    Aquel tipo de inversiones fué característico de la década infame menemista-cavallista. Una enormidad de negocios se hicieron de esta manera, lo cual fué complementado por un gigantesco incremento de la deuda externa. Las privatizaciones se realizaron, en gran medida, con este trasfondo.

    Recuerdo un caso en el que se operó exactamente en esa forma. Se trataba de una licitación de un valiosísimo bien perteneciente al Estado. Las condiciones de la licitación hacían sumamente inseguro el derecho que eventualmente tendría el ofertante ganador. Por ese motivo, recomendé a un cliente que me consultó,no intervenir en la licitación ya que la oferta, dada la magnitud del bien, debería rondar algunas centenas de millones de dólares. Era un riesgo legal excesivo para una oferta de esa importancia.

    Los demás interesados serios, obviamente, tuvieron el mismo consejo porque hubo un sólo ofertante y éste por menos de diez millones de dólares. Huelga decir que se le adjudicó el bien.

    Hasta ahora las garantías políticas que recibió el comprador, funcionaron, porque nunca nadie levantó la objeción central que haría caer por tierra todo el negocio que le resultó fabuloso al ofertante ganador.

    Como digo más arriba, el efecto colateral de esta clase de inversiones es que disuade a los inversores serios, basados en capitales propios. La existencia y la prosperidad de los inversores "a riesgo político" les permite sospechar a aquellos otros, que nada es seguro, que asi como una decisión política hace la fortuna de unos, otra decisión política puede causar la ruina de otros.

    Y si consultan a los inversores argentinos genuinos, a las empresas tradicionales, a los profesionales serios, recibirán la confirmación de esa sospecha. Los despachos oficiales están ampliamente abiertos a todos los inversores de aventura y cerrados para todos aquellos que arriesgan lo suyo.

    Para los inversores argentinos serios, que ya tienen colocado su capital en el país, el sistema funciona como una trampa. Cuanto mayor era su fortuna y su seriedad, mayor era y es su fragilidad frente a las presiones extorsivas de una administración pública corrupta. Para los potenciales inversores extranjeros serios, funciona en cambio, como un disuasivo poderoso.

    Como comentario final, quiero señalar la gravedad del sistema menemista-cavallista-delaruista en lo que respecta a los medios de difusión. Estos medios tienen una función pública vital para la Nación, que es informar y difundir cultura. Secundariamente entretener en forma sana a la población.

    No debemos olvidar que la educación del pueblo no termina en las aulas sino que continúa toda la vida y los instrumentos más poderosos para educar o deformar a las personas, son los medios de difusión sonoros. Su audiencia se cuenta por millones. El grupo mejicano reconoce que durante el año 2000 fué oído por 11.170.000 personas.

    Pues bien, ese grupo que es dueño de 9 radios argentinas, varias importantes, no tiene la menor intención de cumplir ese rol de interés moral y cultural para la Argentina sino que usará las radios para vender sus programas de entretenimiento (en general, de mal gusto, a juzgar por la asociación con "rock & pop" y algunos casos citados por el diario).

    Asi lo dice el citado Lecumberri: "Conceptualmente, la radio es un extraordinario catalizador para incrementar la asistencia a los eventos. Nos permite importantes sinergias con el área de promoción de conciertos. La operación conjunta de las radios nos dá ventajas competitivas en áreas de venta de publicidad:" ("LN")

    La información, la cultura, el interés general, ¡a las ortigas! El comercio del CIE y de "rock & pop", primero

    Cómo puede surgir un movimiento de restauración moral, de renovación política, de resurgimiento intelectual, de mejoramiento de las costumbres, si los instrumentos natos de todo esto se encuentra a carradas en manos de este tipo de inversores, incluyendo la "rock & pop"?

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