Planeando el futuro a la luz del incendio

Cosme Beccar Varela 
LBM #178 
18/6/2001




Los anuncios estrepitosos del gobierno un día antes de empezar el fin de semana largo y los acontecimientos de Tartagal del Domingo 18/6/2001 necesitan ser analizados con una perspectiva de, por lo menos, un día hábil. Mañana, si Dios quiere, trataré esos asuntos incendiarios.

 

Entretanto, a la luz del incendio y sin perder la calma, pero tampoco el sentido de urgencia que la situación exige, quiero analizar algunos comentarios que he recibido expresando dudas sobre la realización de la Asamblea a que me referí en el nro. 173, 11/6/2001.

 

Me dicen:

1) que ya ha habido otras Asambleas anteriores y que a nada han conducido;

2) que si la convocatoria es demasiado general, será un caos;

3) que la Asamblea no saldrá del plano teórico, cuando el problema es de falta de gobierno, asunto eminentemente concreto y

4) que hay una infinidad de aspectos prácticos que será dificil resolver, por ejemplo, adonde se reunirá la Asamblea, cómo ordenar sus trabajos, cómo evitar las "latas" interminables y como disuadir a los "locos", que nunca faltan cuando alguien da una oportunidad de hablar delante de un auditorio.

 

Me parece útil para ir elaborando el proyecto, anotar algunas respuestas a las dudas y objeciones oídas, a la espera de los aportes que deberán llegar, si es que la idea debe ir a alguna parte.

 

Una Asamblea es, por definición, una obra colectiva y lo único que puedo hacer es dar algunas ideas. Pero si no hay interés de parte de un número suficiente de integrantes de la "intelligentsia" sana del país, no habrá Asamblea.

 

En ese caso, sólo me cabe ir comentando en este diario las alternativas del "descuajeringamiento" nacional, pieza por pieza, miembro por miembro, vida por vida, meticulosamente realizado por la "dirigencia" corrupta que nos oprime, con el consentimiento vergonzante de los "buenos".

 

Un amigo mío, citando a un viejo pariente suyo, librepensador él, decía: "Los buenos son malísimos". Y , lamentablemente, estoy de acuerdo, como dije en el número 120, del 21 de Marzo del 2001.

 

Las respuestas a los comentarios arriba resumidos, son las siguientes:

 

1) Puede ser que haya habido otras Asmableas en la historia. Necesitaría saber a qué Asambleas se refieren para saber si realmente "no llegaron a nada". Las que figuran en la Historia, por el contrario, han tenido largos efectos, a favor o en contra de sus propósitos, pero no han pasado desapercibidas, ni fueron estériles.

 

Pensemos en el Cabildo abierto del 22 al 25 de Mayo de 1810, en el Congreso de Tucumán de 1816, en los Congresos frustrados, pero cargados de consecuencias realizados entre 1817 y 1830, en la Convención constituyente de 1853, en el Congreso de los católicos de 1884 inspirado por José Manuel Estrada, en las asambleas populares de la cancha de pelota y del Jardín Florida de 1890, etc.

 

El Congreso Eucarístico de 1934, si bien fué algo que superó al plano político, es una prueba de que las convocatorias a pensar en común (como lo era secundariamente ese Congreso, ya que lo primero era adorar el Santísimo Sacramento) son fructíferas. Hubo un gran movimiento intelectual católico en ocasión de ese Congreso que hizo crecer la conciencia de su fuerza y el valor de su pensamiento. Y hasta tuvo grandes repercusiones políticas que, por falta de líderes católicos, fueron desviadas por los oportunistas que esstán siempre alertas para servirse de las grandes ideas populares en las que no creen.

 

No puede decirse, por lo tanto, que los Congresos "no llegaron a nada".


Yo diría lo contrario: no hubo ningún movimiento político auténtico que, en algún momento de su gestación, no se haya reconocido a sí mismo en una Congreso.

 

Hay en este momento una conciencia viva en una gran mayoría del pueblo argentino, de que esta "dirigencia" no sirve y es perjudicial para el país. Tan es asi, que los mismos integrantes de ella, fingen adherir a este clamor popular. No creo que ninguno de los actuales políticos se atreva a preguntarle al pueblo en un plebiscito:

 

¿QUIEREN QUE LA CLASE POLÍTICA ACTUAL, OFICIALISTAS U OPOSITORES, CONTINÚE GOBERNANDO?

 

¿APRUEBAN SUS PRÁCTICAS POLÍTICAS?

 

¿CREEN QUE SON CAPACES DE RESOLVER LOS PROBLEMAS DEL PAÍS?

 

Es evidente que semejante plebiscito hundiría profundamente a esta "dirigencia" en el desprecio nacional.

 

El problema es que mientras no haya una alternativa, la gente no puede pasar de un sentimiento de rabia contra la "dirigencia" usurpadora, pero nada más, porque no sabe qué hacer ni hacia donde mirar con esperanza.

 

Este cuadro indica con elocuencia insoslayable que ha llegado la hora de una gran Asamblea nacional para rescatar la Argentina de esta crisis.

 

2) La convocatoria puede y debe ser bastante general. En esta emergencia extrema no podemos darnos el lujo de excluir a nadie que pueda prestar un servicio a la Patria, siempre que cumpla con las condiciones específicas de admisión indicadas en el nro. 173 de este diario. No sabemos cuantos ni quienes son las personas que tienen ideas, virtudes y agallas para hacer un aporte útil.

 

Las tres cosas son necesarias: alguien puede tener ideas brillantes, ser valiente, pero ser una mala persona. Otro puede ser buena persona, valiente, pero obtuso. Y un tercero, puede tener ideas brillantes y ser honrado, pero cobarde como una perdiz.

 

En principio, ninguno de esos sirve para la Asamblea, aunque los conceptos de "mala persona", "obtuso" y "cobarde" no se le pueden endilgar a nadie de entrada. Más bien cada uno se calificará por sí mismo a poco andar.

 

Más que un problema de selección en la puerta de entrada, es un problema de buen funcionamiento de la puerta de salida y de neutralización de quienes se muestren como descalificables. Si la Asamblea tiene un buen número de elementos sanos y tiene claros sus objetivos, esto no sería un problema.

 

El número puede ser indefinidamente grande (de hecho será desalentadoramente pequeño, le aseguro). Porque la idea no es que la Asamblea se realice en dos o tres días en un lugar físico determinado. Sin excluir eso como culminación de ella, la idea es que todos los participantes, se consideren "en estado de Asamblea".

 

Esto quiere decir que todos ellos dedicarán su atención y sus mejores esfuerzos para aportar ideas, considerar las de los otros participantes, dar opiniones sobre éstas, contestar las que se den sobre las suyas y en general, aceptar una cierta disciplina y disponibilidad para ser convocados a alguna reunión de estudio de alguna propuesta en particular y, sobre todo a la Asamblea propiamente dicha en que debe culminar la iniciativa.

 

Y principalmente, pensar todos como parte de un cuerpo que no tiene otra tarea que analizar la situación del país y expresar los objetivos y los medios para resolver los problemas y conseguir el bien de los habitantes.

 

No habrá declaraciones ni acción hasta que no se hayan concluido los trabajos. Entretanto, no habrá nada que comunicar a la prensa. Es más, la prensa es sospechosa de complicidad con la "dirigencia" rapaz, "falaz y descreída", como decía Irigoyen y debe ser dejada de lado, como lo será la "dirigencia" en su conjunto y en particular.

 

3) La Asamblea deliberará en un plano teórico y teórico-práctico. No hay otra manera de pensar que hacer teoría o aplicar teoría para elegir medios de acción.

 

De lo contrario, como le decía hoy a un lector (ver carta del Sr. Merio Perez Calvo y contestación) si las ideas no preceden a la acción, deberemos recurrir a la espontaneidad total haciendo lo primero que a uno se le ocurra, con riesgo de que lo espontáneo sea primitivo e inútil o directamente perjudicial; o más bien, no hacer nada, que es lo más cómodo.

 

Puesto que no tenemos ni el poder, ni el dinero ni la fuerza para tomarlo, deberemos recurrir a la opinión pública presentándole ideas.

 

Creo -y esto puedo ser un exceso de optimismo- que aún en nuestro actual estado de decadencia, la gente todavía es capaz de apreciar las ideas claras y justas expuestas por gente de bien.

 

La Asamblea debe recurrir a ese último punto de apoyo que nos separa del abismo.

 

Al final de sus trabajos, la Asamblea debería pronunciar un MANIFIESTO exponiendo nuestra situación y señalando los caminos para volver a la justicia y al bien común argentino.

 

Ese manifiesto, expuesto en un lenguaje comprensible para todo el pueblo, debería entusiasmar a la gente y darle esperanzas de mejorar. Y las esperanzas son las alas de la acción.

 

Deberían surgir de esa Asamblea dirigentes nuevos y los participantes de ella dar el ejemplo de una viril subordinación a esos dirigentes.

 

Si todo va bien, hasta podría surgir un candidato de afuera del sistema para el 2003, que sólo se presentaría si hay un mínimo de libertad y juego limpio.

 

4) Los aspectos prácticos son sencillos de resolver si todo lo anterior está claro. Tengo un proyecto de "Reglamento" de las deliberaciones pero sería muy largo transcribirlo aquí. Si nos acercamos más a la concreción del proyecto, lo insertaré en "La botella al mar".

 

Espero que quienes me expusieron verbalmente sus dudas y todos los lectores, quieran decirme qué piensan de estas consideraciones. Como todos saben, no hay mucho tiempo.

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