La fe de los banqueros en el Buda de la City
Cosme Beccar Varela LBM #184 27/6/2001 Se llama "fe del carbonero" a la fe del hombre simple y sencillo, sin muchas letras ni luces. Esta fe es admirable porque es fruto de la confianza del hombre simple en Dios cuya gracia lo guía para no errar en aquello que cree. Si el carbonero pone su fé en Dios y en su Santa Iglesia, todo va bien. Pero la "fe del carbonero" corre peligro de caer en la credulidad, que es un pecado contra la fe y consiste en prestar oídos a cualquier charlatán. Por eso, ni aún el carbonero está relevado de la obligación de aprender lo más que pueda de la doctrina católica, es decir, de tener una fe tan formada como le sea posible. Como mínimo debe saber el catecismo de las primeras nociones. ¿Cómo diríamos que es la fe del banquero? Pensaríamos que el banquero, que tiene medios de fortuna no despreciables a su disposición y, por lo tanto, la posibilidad de aprender y de formarse en profundidad, ha de tener una fé robusta, enraizada en la