Los salarios y las jubilaciones que se defraudan, claman al cielo

Cosme Beccar Varela 
LBM #202 
24/07/2001 



Mediante un decreto brutal (896/2001, ver nro. 198, 18/7/2001 de este diario) el gobierno, usando el eufemismo de "deficit cero", resolvió que los platos rotos por los incompetentes gobiernos que se sucedieron desde Videla hasta la fecha, los deben pagar los jubilados y los empleados del Estado que ganen más de $500 y el pueblo en general al que se le aumentan los impuestos. Con eso piensa que se aumentará en 2.260 millones de pesos sus recursos.

No aceptaron las ideas de sentido común y de justicia, que permitirían ahorrar muchísimo más y sin cometer injusticias, que le propuse al gobierno en el nro. 194 del 12/7/2001 de este diario.

Mientras tanto, según informa el economista Daniel Muchnik en "Clarín" del 22/7/2001 (pag.14), el Banco Central ha visto desaparecer 4.000 millones de dólares de sus reservas en pocos días. Esos fondos han sido remitidos al exterior por poderosos grupos económicos. Y agrega con mucho criterio: "Nuevamente el gobierno aceptó pasivamente que saliera del país semejante riqueza, mientras le recorta $52 a un jubilado que gana $400"..."De esta manera se le resta consumo y demanda al mercado interno y se lo transfiere fronteras afuera". Cuya obvia consecuencia "podrá ser el pasaje de la Argentina de la recesión a la depresión crónica".

Para apreciar en toda su magnitud la injustísima barbaridad que está cometiendo el gobierno de Cavallo, al que De la Rúa le presta un apoyo suicida dándole legitimidad formal, es necesario mirar el asunto en una perspectiva filosófica y religiosa.

* * * 

El hombre es un compuesto de alma y de cuerpo. Para vivir y pensar, necesita alimentarse y abrigarse, es decir, ciertas cosas materiales.

No le basta tener esas cosas una vez o un día. Sabe, porque tiene inteligencia, que las deberá usar todos los días durante muchos años. De ahi que trate de establecer una relación permanente con ellas.

Esta es la razón de ser de la propiedad privada. Si todos los días se renovaran incesantemente las mismas necesidades y no existiera ningún modo de atenderlas durablemente, esa precariedad le causaría dolor. Pero la Naturaleza no falla en lo necesario; luego es evidente que la institución de la propiedad privada es de derecho natural.

Con mayor razón si se considera que la situación normal del hombre es tener a su cargo una familia a la que debe cuidar. Los seres humanos son como inválidos desde su nacimiento hasta muchos años después (todo el período de la niñez) y necesitan de sus padres como del aire que respiran.

"Es ley santísima de naturaleza que el padre de familia provea el sustento y a todas las atenciones de los que engendró". (Rerum Novarum", Leon XIII, pto. 9)

Ese sustento no sólo implica comida sino también habitación, educación y sano esparcimiento. El estudio del CEMIC al que me referí en el nro. 174 del 12/6/2001 muestra la espantosa realidad de nuestro país en el que hay 1.600.000 niños enpeligro de quedar mentalmente retrasados por no tener sus necesidades básicas satisfechas y éstas incluyen comida, espacio vital, afecto y educación desde la más tierna infancia.

"El medio universal de procurarse la comida y el vestido está en el trabajo" (Leon XIII, ibidem, pto 6). Todos los hombres, por lo tanto, deben tener la posibilidad de trabajar y de recibir una retribución justa. De lo contrario, no pueden vivir. "Te ganarás el pan con el sudor de tu frente" (Génesis 3,19).

Hay tres situaciones en la relación normal del hombre con las cosas necesarias para su vida:

a) Ser el legítimo propietario de medios de producción que multiplican el fruto de su trabajo o que le rinden fruto, aún sin trabajar, contratando el trabajo de otros. Esta es una relación directa con las cosas.

b) El que no es propietario de esos medios y trabaja para otros recibiendo un salario o un honorario o alguna otra forma de retribución. El salario debe ser justo. En principio, esto quiere decir que debe ser suficiente para que el que lo gana pueda vivir, sostener a su familia y hacer un pequeño ahorro que le permita acceder a la propiedad de cosas. Las condiciones de la justicia en el salario no dependen únicamente de la voluntad del obrero o empleado, sino del carácter humanamente necesario del trabajo y de su inserción en la sociedad que, en cierto modo, es deudora de todos los hombres que la integran (ver "Rerum Novarum", Leo XIII, ptos. 9,10 y 32 y "Quadragésigmo Anno", de Pio XI, ptos. 63 y ss.).

c) El que no puede trabajar por su edad o por enfermedad, no tiene bienes productivos, pero tiene, como resultado de un trabajo realizado anteriormente, derecho a cobrar una pensión o jubilación.

Estos dos últimos medios de subsistencia no consisten en una relación directa con las cosas sino indirecta a través de una relación de Derecho con quienes le deben pagar la retribución de su trabajo o la jubilación.

Estos tres derechos son sagrados, como todos los derechos, pero los dos últimos tienen la característica de ser apremiantes y cotidianamente necesarios. Cualquier alteración en el derecho al salario o a la jubilación afecta a su titular en forma más inmediata y grave que lo que puede afectar el daño de un bien a su propietario.

Por eso es que en buena filosofía social, la situación ideal es que todos sean propietarios de algún bien productivo, aunque sea pequeño. Asi lo enseña la doctrina social de la Iglesia, que sigue fielmente al Derecho Natural.

Pero en una sociedad justa, la fuente de recursos que provee el trabajo personal y los derechos de retiro, deberían ser suficientes para permitir una vida segura y humana.

Una sociedad se hace injusta cuando la incertidumbre jurídica permite que esos derechos sean alterados, dejando a la gente sin medios de vida.

Es grave defraudar en los salarios, y tan grave, que acarrea una maldición divina: "He aquí que el salario de los obreros...que fué defraudado por vosotros, clama (por venganza); y el clamor de ellos ha llegado a los oídos de Dios" (Epístola de Santiago Apóstol, 5,4).

Y si el fraude es general y afecta a millones de personas y además, produce desocupación por la que millones de hombres no pueden atender a sus necesidades de vida ni a las de sus familias, entonces la sociedad entera está arruinada.

Inclusive los que tienen propiedades y pertenecen a esa sociedad (no los que vienen de afuera y se pueden retirar con facilidad) están arruinados potencialmente, ya que es impensable que si los derechos al salario y a las jubilaciones no son respetados, lo sean los derechos de los propietarios de bienes.

Todos esos derechos son partes del Derecho, que es reflejo de la Justicia. Si son afrentados los de muchos millones de ciudadanos es de temer que los derechos de los propietarios también serán violados.

Esto puede ocurrir por acción del Estado tiránico que violó el derecho de los trabajadores y de los jubilados o por acción de agitadores sociales que provoquen disturbios violentos.

Los salarios no pueden ser fijados arbitrariamente y menos aún, ser disminuidos más arbitrariamente aún cuando ya estaban fijados. Con mayor razón tampoco pueden ser alteradas las jubilaciones puesto que sus beneficiarios o son ancianos o son inválidos que no pueden reemplazar el derecho que se les niega por otra fuente de recursos.

* * * 

La brutal injusticia que se está cometiendo en estos momentos (de la que tendrán vivencia los afectados cuando cobren el salario o la jubilación de este mes de Julio), considerada a la luz de las reflexiones que anteceden se revela con mayor claridad.

¿Puede solucionarse algún problema sobre esta base? Obviamente, no. La Justicia no se viola impunemente.

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